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          La perversión de quienes quieren hacer del sufrimiento su monopolio, está implícita como seña de identidad en la historia de la memoria selectiva y parcial que se quiere impartir con un corrompido relato, necesitado de transitar de su propia oscuridad a la luz - con la impunidad de un intangible guardián patrullando las calles sometidas - imponiendo en el nombre de la "inocencia", la ley de la opresión y el silencio.

          Armado del monopolio de la violencia primero, para apropiarse del monopolio del sufrimiento después.

           Versión que emana de los medios oficiales e instituciones del régimen. Arrogante y victimista. Revestida de una identidad de falsa humanidad y ética que instrumentaliza. Escondiendo tras de si todo un siniestro currículum de crímenes de estado, negados, ocultados o minimizados, para volcar toda la carga de su responsabilidad y culpa del conflicto que provocaron, provocan, sobre tod@s l@s demás, especialmente l@s que no aceptaron ni aceptan, su imposición. En una inverosímil coartada que pretende hacer encajar en la realidad, y así mostrarla como una verdad objetiva.

           Pero en la necesidad de ocultar esa parte de la verdad que les desmiente, que les hace parecer tal como son, esta la debilidad de su mediocre y confuso guión, que hace que esa "verdad" que imparten, se nos presente como una caricatura, sucedáneo de si misma. Llena de tópicos, lagunas, falsedades, y algunas verdades, la mayoría sesgadas, de lo que sucedió -sucede- en e.h en las últimas décadas. Pero las piezas así expuestas solo encajan, a golpes. Es la apología de la violencia de estado. De la justificacion de la represión.

           Un relato que a poco que se le enfoque un mínimo de objetividad, se desmorona.

          Por eso ante la esencial y tan manida cuestión de <<¿por que lo hicieron?>> ese relato nunca espera realmente una respuesta verdadera, o la demanda bajo la amenazante mirada judicial o la trampa mediática, para enjuiciarla, coartarla o tergiversarla. O la exije sólo para autocomplacerse en la sumisa repuesta de la mala conciencia creada en el arrepentido, o en la traicionera del transfuga o doblegado, para escuchar lo que se espera de ell@s.

          Por que si se parase un momento a escucharla libremente expuesta, pondría en evidencia y en rotunda contradicción su superficial e interesado discurso de violentos contra víctimas inocentes, que requiere para proyectarlo en el imaginario de una sociedad que pretende "educar" más bien aleccionar, con su tramposo y recurrente argumento de <<demócratas contra violentos>> Acuñado y pactado ya en tiempos de la llamada  transición y traída hasta nuestros días através de diversos acuerdos -pactos de la Moncloa, pacto de Madrid, Ajuria Enea, ley de memoria histórica...- para hacer frente a quienes cuestionaron -cuestionan- su "paz" y "convivencia democrática" sustentada en las estructuras de un régimen opresor, que nunca rompió con su origen y su práctica represiva, sangrienta, torturadora y dictatorial. Por que en esencia es el mismo que nació de las cunetas.

           Y vuelve otra vez la misma prensa, la que nunca vio nada ni cuestionó nada durante décadas de evidentes sospechosas e increíbles versiónes oficiales, haciéndose eco de ellas, cuando no, ayudando a crearlas recrearlas y propagarlas. Hasta que alguna se les vino encima por pura inercia, por su propio y rotundo peso, para desmentirles - La salve, Intxaurrondo, tráfico de heroína, crímenes de estado...- para seguir transmitiendo a las nuevas generaciones la misma versión oficial de siempre, reinventada para los nuevos tiempos. La de las policías y la Guardia Civil, la del Ministerio del Interior ....la de la tortura.

          Emboscados tras el prisma mediante el que se proyecta el poder ilegítimo para justificar su violencia, construido por los servicios de "inteligencia e información" con su colaboración mediática, -plan zen..- en los lúgubres despachos de las cloacas del estado. Parapetándose, hoy como antes, en la impunidad del viejo "mantra" que como un falso axioma inventado y mil veces repetido, decía, y dice, que las denuncias de opresión, crímenes y torturas hechas a las fuerzas del orden represivo, su régimen y sus gobiernos, fueron, son, una estrategia de manual del "terrorista", una simple manipulación propagandística, un puro delirio de una sociedad enferma e insolidaria con sus opresores.

          Y así, hoy, siguen alineados en el mismo eje represivo de quienes esconden -aunque aveces su jactancia chulesca les delate- haber conseguido sus logros en la lucha "antiterrorista" mediante la tortura y los crímenes de estado, encarcelando así a miles.

          Haciendo girar esa misma versión oficial - una y otra vez- como una verdad absoluta, para al fin imponer su "paz", como nudo gordiando apretado a fuerza de golpes para mantener atado y bien atado, este bucle sin fin.

           Todo para contrarrestar una épica revolucionaria, que por mucho que se afanen -en la justificación de su nada intangible y cruenta opresión - desde el primer momento les sobrepasó. Rompiendo su perverso silencio: el impuesto tras la masacre franquista.

 

          Nota: Crítica a la serie documental <<eta, el final del silencio>> presentada por el periodista Jon Sistiaga. Cartel caracterizado al efecto.

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