LAS OBSESIONES IDENTITARIAS DEL PSE-EE-PSOE

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LAS OBSESIONES IDENTITARIAS DEL PSE-EE-PSOE

          Cada vez es más frecuente oír, en los discursos de los dirigentes del PSE-EE-PSOE en tierras vascas, esa acusación que hacen a los partidos abertzales de sufrir “obsesiones identitarias”, sobre todo en boca del Sr. Andueza. Y ese repetitivo proceder político tiene una razón de ser, cual es su conocimiento de la crucial importancia que tiene para un Pueblo, para una Nación, tener un sentimiento identitario, una conciencia clara de su propio existir como tales, tan fundamental para su supervivencia como colectivo social como resulta para cualquier individuo tener una firme conciencia de su identidad personal, si quiere mantener su equilibrio y su salud mental. Por cierto, que el PP manifiesta lo mismo que esos “socialistas”, por boca del Sr. Barrio, cuando se queja de “ya nos han dado la matraca con el Derecho de Autodeterminación”.

          La Identidad como Pueblo, la Conciencia Nacional, en cualquier colectivo social, es imprescindible para su salud social y política, para mantener un justo equilibrio dentro del conjunto de las naciones y para pervivir como tal Nación, condición imprescindible para que los derechos políticos que le puedan corresponder en el ámbito jurídico internacional, le sean respetados. El Derecho Internacional siempre asigna los derechos políticos, el Derecho de Autodeterminación y consecuentemente a la Independencia, a los Pueblos, a las Naciones. Si perdemos nuestra identidad, nuestra conciencia nacional, nuestro auto reconocimiento como Pueblo, como Pueblo Vasco, pronto dejaremos de serlo.

         Por eso, quienes desean que nuestro colectivo humano deje de constituir un Pueblo, una Nación, poseedora de derechos colectivos como cualquier otra Nación del mundo y nos convirtamos en un trozo más de esa entidad que llaman España, buscan ardientemente que perdamos nuestra identidad como vascos, como pertenecientes a un Colectivo Humano con características nacionales, como miembros de un Pueblo, una Nación, poseedora de todos los derechos que como tal nos corresponden en el marco de las naciones. Y a nuestro sentimiento de identidad lo acusan, perversamente, de obsesión, cuando obsesión es precisamente la suya, obsesión en aniquilarnos como Pueblo para convertirnos en dóciles ciudadanos españoles de tal y tales provincias.

          El otro día oí a un comentarista político, por la radio, hacer referencia a los tres principales partidos de la CAV, calificando a uno de “nacionalista”, a otro de “soberanista” y al otro “de izquierdas”, refiriéndose al PNV, a EHBILDU y al PSE-PSOE respectivamente. No estuvo muy acertado en sus calificaciones, sobre todo en lo referente al izquierdismo del PSE-PSOE. Me interesa matizar más el concepto de “nacionalismo”, por lo que vuelvo a recurrir al Diccionario de la RAE (ya que estoy escribiendo en español), que al respecto dice:

                   Nacionalista es - Partidario del nacionalismo.

                  Y nacionalismo lo define, pormenorizadamente, de esta forma:

                           Apego de los naturales de una nación a ella y a cuanto le pertenece.

          Ideología que atribuye entidad propia y diferenciada a un territorio y a sus ciudadanos y en la que se fundan aspiraciones políticas muy diversas.

                           Aspiración o tendencia de un pueblo o raza a tener una cierta independencia en sus órganos rectores.

          Me parecen muy bien cualquiera de las tres acepciones. ¿Qué de malo u obsesivo hay en que los naturales de una nación le tengan apego a su propia nación? ¿Atribuir entidad propia y diferenciada a un territorio es perverso? ¿La aspiración de un pueblo a la independencia en sus órganos rectores es condenable? Entiendo que todos los ciudadanos de una nación deberían tenerle apego a la misma, como se le tiene a la propia familia o a uno mismo, sin que ello fuese impedimento para reconocer los defectos tanto de uno como de los otros y sin que se considere a su nación como superior a ninguna otra. En este sentido considero que toda persona, fuera de donde fuese, debería ser nacionalista respecto a su propia nación. El problema surge cuando los miembros de una nación, España por ejemplo, son partidarios de someter, dominar, absorber o colonizar a otra u otras más pequeñas, Euskal Herria por ejemplo, y se encuentran con ciudadanos o partidos vascos que luchan por defender y mantener su identidad como nación, en la que fundan determinadas aspiraciones políticas, que puedan ir desde “cierta independencia”, o Autonomía, hasta el mismo nivel de independencia de que gozan sus vecinos y el resto de las naciones. Y ese problema se hace más sangrante y menos entendible cuando esos individuos que nos quieren dominar no son miembros naturales de esa nación opresora, sino parte de la nuestra, pero con un grave problema de identidad equivocada. No se si hay psiquiatras o psicólogos sociopolíticos que traten esa patología. Pero se lo debían de hacer mirar.

          Esos derechos colectivos avalados internacionalmente desde aquella ya antigua Carta de las Naciones Unidas donde se reconocía el Derecho de Autodeterminación, a la Independencia, de todas aquellas entidades sociales que aún no lo disfrutaban, tenían como requisito previo que se tratase de Pueblos, de Naciones; no se pueden aplicar a entidades que no posean ese perfil nacional, que solo correspondan a un territorio parcial, aunque se le califique de “histórico” o simplemente provincia, como pretendía hacer en su día la desaparecida Unidad Alavesa cuando quería desgajarla del conjunto de Euskal Herria.

          Pero si un “territorio histórico” no es suficiente para constituirse en sujeto de derecho, tampoco lo son tres de ellos, como Bizkaia, Gipuzkoa y Araba, aunque se los rebautice con el sobrenombre de Comunidad Autónoma Vasca, como antes se hacía con el de Provincias Vascongadas, pues no constituyen un Pueblo, una Nación, sino parte de la parte Sur de la Nación Vasca. Por mucho que en el Estatuto de Autonomía de 1978 el PNV dijera pomposamente que ese conjunto tri-provincial o tri- territorial (37% del total) se convertía, como por arte de magia, en Euskadi, Pais Vasco o Euskal Herria, como reza textualmente su Artículo 1. Una traición a su propio fundador, Sabino de Arana, a su propia militancia abertzale y a los miles de vascos que perdieron su libertad, incluso su vida, con un grito de ¡Gora Euskadi Askatuta! ante las balas enemigas, pero una Euskadi de verdad, de los seis territorios e independiente.

          Insistir en empequeñecer a Euskal Herria reduciéndola a las Provincias Vascongadas, a base de repetir y repetir la CAV, es Euskadi”, “Urkullu es el lehendakari”, “su Gobierno es el Gobierno Vasco”, etcétera, no convertirá jamás a la CAV en una nación, en la nación vasca. Seguirá siendo solo el actual feudo del PNV, con el PSE-PSOE como monaguillo. Mientras tanto, ahí continúan la radio y la televisión de EITB con su cantinela de “Euskadi y Navarra”, “vascos y navarros por el mundo” y mensajes desconcienciadores por el estilo.

          Ahora nos presentan los resultados de una encuesta prelectoral, el EITB FOCUS, que arroja resultados muy curiosos. El 18,7% de los consultados, el más alto, quisieran un pacto entre PNV y EHBILDU; el 5% de los votantes habituales del PNV dicen que esta vez le votarían a EHBILDU. Si a estas cifras le añadimos la propuesta que al PNV le hizo el otro día el Sr. Otxandiano, candidato de EHBILDU a la lehendakaritza de la CAV, para hacer un futuro Gobierno de Coalición, habrá que darle la razón al Sr. de Andrés, líder del PP en la CAV, cuando afirma que son lo mismo pero con diferente marca.

 

Begirale

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